Matilde estaba en el jardín mirando las
estrellas mientras fumaba. En su día libre trataba de olvidar la noche de
mierda anterior. Su compañero cantaba un bolero en la ducha. El celular vibró
sobre la mesa de hierro.
-¿Qué pasa?
-Ya les dije que no sé nada.
-Bueno, mañana estoy de guardia y
charlamos.
Arrojó el teléfono, suspiró hondo. Terminó
el vaso de cerveza tibia.
-¿Habrá algo para picar?
-Fíjate en la heladera.
-¿Vos trajiste algo?
-No. Me voy a lo de Mamá y luego a lo de
Osvaldo. Nos vemos.
Se ajustó el cinto de cuero, salió, volvió
por la billetera olvidada.
Matilde y
Alejandro llevan más de diez años de convivencia. Sus familias son pequeñas; ella
tiene dos hermanas y Alejandro solo su madre. No tienen hijos y si un par de
sobrinos con los cuales suelen pasar algún que otro fin de semana.
A las seis
de la tarde estaban todos citados por el director del hospital y el secretario
de salud.
-Buenas
tardes me cuentan lo sucedido. – mientras arroja una carpeta sobre el
escritorio-
-
Disculpen, Doctor llego un auxiliar de justicia y la policía a realizar un
allanamiento.
- ¡Pero la
puta madre!
- se
quedan todos y me esperan. – Se lleva la carpeta-
Alejandro desayunaba cuando Matilde entró,
dejó el bolso en el sillón y fue directo a la ducha. Él le preparó un té con un
tostado semi quemado. Sonó la bocina de Osvaldo. Busca la mochila y la campera
-Vuelvo tarde. Besos.
-Saludos y tengan cuidado.
Otro día
más que movido en la neonatología. La semana pasada le contaba a su hermana
menor, la cantidad de madres, muchas jóvenes, desnutridas pariendo bebes de muy
bajo peso. Ahora mismo están batallando con tres pequeños prematuros de menos
de un kilo.
Hace unos
días paso el administrativo de estadística a tomar los datos de los bebes
internados y el doctor le dice que, al cohete, si esos dos no van a vivir más
de dos horas.
La madre de Alejandro llamó mientras freía
milanesas. Notaba su ausencia: solo veía a Osvaldo, a su madre, al gimnasio.
Está
tomando unos mates cuando llega su esposo. Le da un beso y se sienta a la mesa
a compartir. Hablan de temas cotidianos, hasta que ella le dice que ha llamado
su madre preguntando por él. Alejandro se acomoda en la silla y se rasca por
arriaba de la oreja. Le comenta que luego ira a verla y pregunta
-¿Qué paso
en el hospital? Osvaldo me conto que se le murió un bebe.
-Si, algo
así
- ¿Cómo
algo así?
-Sí, el
bebe llegó muerto a neo
-La madre
dice que nació vivo
-Todo lo
que vos digas, pero a neo lo trajeron azul.
- Sabe
mucho tu Osvaldo. Me voy a cambiar.
- ¡Ah!, no
te olvides de visitar a tu mami
Ella fue a una sesión de masaje, luego a la
estética. Cervezas con amigas. Al despedirse, avisó:
-Mañana declaro en la comisaría.
Testigo.
Cuando golpearon la puerta, Matilde estaba
en el jardín. Tres colillas y ceniza en el piso. El cigarrillo le quemaba los
dedos.
-Perdí las llaves —dijo Alejandro,
tambaleándose.
Lo ayudó a levantarse. Las llaves cayeron
de su bolsillo.
-Tomamos de más —murmuró ella.
-Osvaldo ya es licenciado. Presentó la
tesis.
-Ya le dije que por un tiempo largo se
olvide de mí. Necesito descansar.
-Mientras te das una ducha preparo café
- Dale amor, gracias